Té y cigarros.
La vida tan efímera me exige que sonría en los momentos más inoportunos de mi vida, siendo un deber y una cruz que me hostiga.
Los clavos de esa cruz se introducen en lo más profundo de mi piel... lastimando mi espíritu.
Se va por los orificios maltratados.
Surjo de las ambigüedades de la vida, y el dolor del mundo me mata.
¿Para qué venimos al mundo si nuestro objetivo último es morir?
Se nos dice que todos somos especiales, para decirnos al final del día que somos forjados con la misma madera.
Nuestros epitafios serán tan efímeros como nuestra propia vida, convirtiéndose en una parte más de nuestro polvo.
De nuestra inexistencia.
Nuestros huesos terminarán por quebrarse.
Y mi voz se pierde en la música de una fiesta vulgar.
No creas que la vida me amargo hace unos años. Ese amargor y choque con la realidad, viene desde mis primeros recuerdos.
No nací para ese mundo.
Nunca termine de encajar, mamá, y tu bien lo sabes. Siempre me gustaron las cosas efímeras, las burbujas, el humo, las brazas de una fogata, el amor...
Perdón por no ser la mejor versión que siempre se me exigió.
No sé si podré dejar una marca en este mundo... quizás estas palabras le sirvan a alguien más para ver que tiene un mejor futuro... uno donde no se pierda el tiempo.
Mi corazón se esfuma, esta un tanto harto de las explosiones que le generaron huecos.
Tu sabes mamá, que nunca me gustaron las cosas que a una niña dulce le debían gustar, yo quería volar, pero lo único que logre es quedarme sin aire.
La cruz simplemente me rechaza, se da la vuelta cada que lo busco. Mis rezos son humo.
Quizás solo nací para escribir esto. Y ya lo hice.
¿Acaso debía tener un camino? Nadie me aviso...
Mi razón se va poco a poco y ya no pretendo retenerla. Quiero ver como se fuga de mi, y que formas toma en el aire, como el humo de este cigarrillo que me estoy fumando en estos momentos. Que lastima mi paladar, pero me recuerda a todo lo que ha sido mi vida.
Se ve bien.
El humo se pega a mi piel, y de esfuma.
Quizás deba descubrir otra forma de tocar el cielo.
Los buenos cristianos van al cielo, espero haya un espacio para mí.
¿Cuál es mi destino?
El humo de mi cigarro se esfuma en el aire. Como yo.
Como mi Yo.
Un sentimiento de vacío para un corazón desgastado con los años.
Ahora, a cerrar los ojos.
Y quedarme dormida.
Un día más.
Los clavos de esa cruz se introducen en lo más profundo de mi piel... lastimando mi espíritu.
Se va por los orificios maltratados.
Surjo de las ambigüedades de la vida, y el dolor del mundo me mata.
¿Para qué venimos al mundo si nuestro objetivo último es morir?
Se nos dice que todos somos especiales, para decirnos al final del día que somos forjados con la misma madera.
Nuestros epitafios serán tan efímeros como nuestra propia vida, convirtiéndose en una parte más de nuestro polvo.
De nuestra inexistencia.
Nuestros huesos terminarán por quebrarse.
Y mi voz se pierde en la música de una fiesta vulgar.
No creas que la vida me amargo hace unos años. Ese amargor y choque con la realidad, viene desde mis primeros recuerdos.
No nací para ese mundo.
Nunca termine de encajar, mamá, y tu bien lo sabes. Siempre me gustaron las cosas efímeras, las burbujas, el humo, las brazas de una fogata, el amor...
Perdón por no ser la mejor versión que siempre se me exigió.
No sé si podré dejar una marca en este mundo... quizás estas palabras le sirvan a alguien más para ver que tiene un mejor futuro... uno donde no se pierda el tiempo.
Mi corazón se esfuma, esta un tanto harto de las explosiones que le generaron huecos.
Tu sabes mamá, que nunca me gustaron las cosas que a una niña dulce le debían gustar, yo quería volar, pero lo único que logre es quedarme sin aire.
La cruz simplemente me rechaza, se da la vuelta cada que lo busco. Mis rezos son humo.
Quizás solo nací para escribir esto. Y ya lo hice.
¿Acaso debía tener un camino? Nadie me aviso...
Mi razón se va poco a poco y ya no pretendo retenerla. Quiero ver como se fuga de mi, y que formas toma en el aire, como el humo de este cigarrillo que me estoy fumando en estos momentos. Que lastima mi paladar, pero me recuerda a todo lo que ha sido mi vida.
Se ve bien.
El humo se pega a mi piel, y de esfuma.
Quizás deba descubrir otra forma de tocar el cielo.
Los buenos cristianos van al cielo, espero haya un espacio para mí.
¿Cuál es mi destino?
El humo de mi cigarro se esfuma en el aire. Como yo.
Como mi Yo.
Un sentimiento de vacío para un corazón desgastado con los años.
Ahora, a cerrar los ojos.
Y quedarme dormida.
Un día más.
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