Para mis partes.

Dicen que el amor más puro, casi idéntico al amor que le tiene Dios a la humanidad viene de la madre hacia sus hijos.
Diferentes madres han marcado mi vida, permeando de tonos fríos, pasteles y de la calidez más abrigadora al ser acogida por alguien que sin dudar alguna daría su vida por mi. Y yo por la de ella(s).
Si he de mencionar la descripción de mi vida, iría consecutivamente en la descripción de ellas, mis raíces, lo más bello que la vida me ha regalado sin dudar algunas. Algunas han marcado en mi vida de joven, pero siempre ha estado una incondicionalmente, aunque con odio yo le gritaba que se fuera. De las peores palabras que han salido de mi boca y doy gracias a la vida, que ella no haya escuchado.

Mi copa:
Llegaste en un momento decisivo en mi vida y con gentileza marcabas mis errores.
Siempre crees en mí, aunque no entienda que vez.
Te convertiste en mi sangre, en unos meses. Creando un lazo hermoso que a pesar de cualquier situación, seguirá existiendo.
Eres parte de mí.
Creaste seres maravillosos, que alegran mi vida, convirtiéndose en el sol de mis mundos. Su sonrisa semejante a la tuya es su más grande belleza.
Los enseñas a bailar y cantar sin miedo. Cómo tu lo haces.
No dudes de tu inteligencia y de lo que puedas dar, muchos vemos tu enorme y rosada aura.
Me recordaste a bailar y amarme sin miedo.
A dar todo sin miedo.
A ver más allá de lo acostumbraba a ver.
Eres el cuarzo más precioso que uno puede encontrar.
Amas incondicionalmente, aunque sabes que los amores se manejan diferente a lo que deseas.
Eres un corazón.
Te amo, copa.

A mi tronco:
Fuerte como sólo tu sabes. Inquebrantable, hermosa en tarde y noche e incluso con los peores dolores.
Surges para ser puente de la razón y por ello te sabes regir por ella.
Ciencia y belleza, es lo que posees.
En las decisiones más difíciles has estado. Buscando que reaccione ante mi sonambulismo.
Quisiera devolver la mitad de lo que me ofreces.
Eternamente para cuidarme, mientras había gritos a nuestro alrededor, para volver más cálida mi niñez.
Un amor único.
Eres uno de mis ejes de ejemplo de cómo dar amor.
Lamento no estar ahí para tus sufrimientos, pero sabes que nuestras almas están unidas por razones que aún no comprendemos.
Eres el eco en mi mente.
Permea tu palabra en cada una de mis capaz psíquicas.
Espero siempre estar para ti de manera incondicional. Sabes que en el momento que jales aire para gritar, yo ya estaré ahí.
Sin olvidar que cuando perdía la fe en el mundo en una etapa difícil humana, mostraste el amor en forma de cabellos castaños claros, y ojos color almendra. El que después, se convertiría en el núcleo de mi vida. Algo tan bello sólo pudo salir de tu vientre.
Mi ídolo.
La razón que busque una meta tangente en mi vida.
La que provoca que busque tener mejores escritos para mostrar con orgullo.
Mi corazón baila y escucha con atención tu voz. Tu voz me guía siempre.
Eres una razón más para luchar.
A la que abrazo a pesar de la distancia y tiempo y que su voz, me saca de los peores dolores.
Te amo, hermana.

Mi raíz:
Creíste en todas mis extremidades, amaste cada célula de este cuerpo ya barrigón. Adoraste de manera espiritual cada ser que la vida te permitió engendrar y diste amor a la forma que tu sabías: de repente cálido, a veces de manera agresiva, pero al final siempre estaba el mismo fin.
Consolaste a veces con abrazos y a veces con golpes mis dolores. No por odio, sino con la más profunda desesperación para ver si así, despertaba de esa pesadilla que llevaba atormentándome años. Me hiciste buscar mis propios métodos para despertar y ahí estuviste para contemplar mi avance y aplaudir mis minúsculos logros.
En esta vida nadie ha confiado tanto en mí.
Cuando me daban por muerta tu veías luz aún en mis ojos marchitos.
Tu fe nunca se fue.
A pesar de los golpes de la vida estuviste ahí para abrazarme aunque eran de un ser al que ambas amábamos. Me cuidas.
Perdonas cada desaire que te di. Y cabe mencionar que me arrepiento de cada dolor que te cause.
Mi vida es más cálida contigo, es fácil vivir a tu lado.
Aunque seas fuerte, porque la vida te ha obligado a sacar las garras al punto que aún te cuesta diferenciar cuando hay que sacarlas y cuando no.
Pero todos saben que son esas cicatrices que nadie ha podido sanar la razón de tu ser temperamental.
Te amamos así.
Aunque mis decisiones no sean lo que te gustaría para mí, aceptas el camino que forjo.
Crees que llegaré lejos aunque no haya ninguna prueba de ello. Por eso y más, te adoro con cada hueso que creaste en tu vientre.
Espero que dolor cese un día, y podemos sentarnos juntas a ver el sol ocultarse.
Se me van las palabras por no saber describir tanto amor...
Un amor espiritual, difícil de entender.
Un amor que corta con distancia y tiempo, tan abstracto como el mismo arte.

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