Té y cigarros.
La vida tan efímera me exige que sonría en los momentos más inoportunos de mi vida, siendo un deber y una cruz que me hostiga. Los clavos de esa cruz se introducen en lo más profundo de mi piel... lastimando mi espíritu. Se va por los orificios maltratados. Surjo de las ambigüedades de la vida, y el dolor del mundo me mata. ¿Para qué venimos al mundo si nuestro objetivo último es morir? Se nos dice que todos somos especiales, para decirnos al final del día que somos forjados con la misma madera. Nuestros epitafios serán tan efímeros como nuestra propia vida, convirtiéndose en una parte más de nuestro polvo. De nuestra inexistencia. Nuestros huesos terminarán por quebrarse. Y mi voz se pierde en la música de una fiesta vulgar. No creas que la vida me amargo hace unos años. Ese amargor y choque con la realidad, viene desde mis primeros recuerdos. No nací para ese mundo. Nunca termine de encajar, mamá, y tu bien lo sabes. Siempre me gustaron las cosas efímeras, las burbujas, e...