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Discurso acromático.

Supongo que me dejaste sin palabras. Desearía no desearte tanto, No soñarte con un buen inicio. Desearía no esperar un nuevo inicio. Desearía quererte menos. Desearía no tenerte que soltar.  Amaría que quisieras escucharme. Sueño con que me escuches. Quisiera ser tu eco. Desearía no ser una molestia,  Que esperaras mis saludos. Desearía no tener que imaginarte en diferentes escenarios, con diferentes disfraces, y con papeles más amables que se adhieran a mi piel. Quisiera no imaginar que me lees. Quisiera no soñarte, Quisiera ignorar cuando pestañas accidentalmente en mis coordenadas. Quisiera no cuidar tu sombra, Ni las migajas de ti, esas que das al mundo al ejercer tu papel principal. Desearía que no doliera. Amaría que las estrellas me dijeran que debo aguantar un poco más la respiración para compartir tus aires. Que sí resisto bailaré en tu oxígeno. Y los vientos fríos serán compartidos. Quisiera escribir de amor. Desearía no sentir mis vísceras mientras pienso en ti. Que...

Pupilas vacías.

Despierto, desmarañada, con cansancio en los ojos y el alma mojada. Las horas parecen diluirse en mis medicinas y mis lágrimas visten mis pupilas.  Mis trastornos han despertado con disfraces de demonios, que rasguñan y se aferran en mi piel, con sus garras de ansiedad e insomnio. Me gritan al oído y suplican que no los deje ir a dormir. Los prefiero conmigo en esas noches donde tu ausencia esta marcada con oro. De mis lágrimas beben y se nutren, los veo cada día más fuertes, como pequeños infantes nutridos por el pecho bueno de su madre. Alimentados con lágrimas llenas de tristeza, soledad e insatisfacción, de heridas remarcadas por el transcurso de los años, que en ocasiones son guardadas en unas ojeras grandes y grises.Esas lágrimas han trasado su camino, con paciencia y esfuerzo. Con cada estrujazo en el corazón van emprendiendo su camino, por la misma línea, por la misma piel. Perseverantes han forjado su destino final a la nada, desde el inicio de mis lagrimales gastados hast...

Máquinas.

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  “Somos máquinas” es lo que percibo mientras voy en el camión matutino hacia mi trabajo. Veo a mis compañeros abstraídos en el periódico donde nos incitan a trabajar para evitar otra crisis, nos vemos uniformados de forma inconsciente para aparentar un estatus social mejor que el que tenemos, con nuestros sombreros galantes, nuestras gabardinas negras y el periodico gris; bombardeados por noticias y anuncios que no solo estan en papel, sino también en el camión: “trabajen más” dicen, no específicamente, pero entre líneas, “compra más no nos hemos hecho lo suficientemente ricos con tu miseria”, dice el anuncio con una mujer que atrajo la mirada de mi jefe, como si ella fuera carne, como si ella misma estuviera en venta.  Pero qué más da pensar todo esto, mi formación y la espina que mis profesores me incrustaron para cuestionarlo todo; ya casi llego al trabajo, donde soy un número más y mis pensamientos no importan.

Diálogo con una mosca.

Hola, soy de nuevo yo. Hace mucho que no caminas por aquí, regresaron tus ojeras, esas que siempre llamaban a lo más tortuoso de tus sueños. Veo que de nuevo estás vacía, rota, y tu salud sale como agua drenada. Y no haces nada. Tus ojeras cantan, cantan todo el miedo que tienes: a la soledad, el vacío, tu economía y tú físico tan alejado a los estereotipos. Desde aquí puedo ver qué no te soportas, el mounstro que eres es el que ves, no te lo voy a negar, si llegaste aquí buscando compasión estás en el lugar equivocado. Tú falta de amor propio lo hace un poco más visible. Y mírate, ya estás temblando, temblando por aquellos abrazos que jamás serán dados, que jamás te dieron y jurabas no necesitar. Pero esos solo te rompieron más. ¿Recuerdas cuando eras feliz? Claro que no, pues jamás lo haz sido, solo haz bebido de él en instantes compartidos, cuando no estás sola o cuando olvidas quién eres. Pero hoy lo acabas de recordar, y esta vez será más difícil de olvidar. Cada día, en su moment...

Prefiero ser feminazi...

Hoy amanecí harta, harta de los penes que se me introducen violentamente en mi mente, en mi cuerpo, en mis leyes. Que intentan rebajarme, humillarme, mantenerme acomplejada, con la boca cerrada. Opinando por mí, porque "saben" lo que es mejor para mí, en mí. Quieren asustarme diciéndome feminazi, para que me avergüence de lo que soy: Mujer, psicóloga, política, música, greñuda, puta, depresiva, atrevida, vulgar, alcohólica, santurrona, masturbina, bruja, loca. Una diabla con curvas irregulares. Una vulva con dientes. Cansada de recibir. Adivina qué, político conservador, ahora te voy a dar. Dar con ideas revolucionarias. Dar gritando. Dar rayando tus paredes llenas de sangre, de inocentes, de mis hermanas, de mis primas, de mis amigas muertas en quirófanos clandestinos. Prostituidas en contra de su voluntad. Esclavizadas por tener una raya entre las piernas. Y no ese falo erecto que "dicen" tener. Prefiero ser lo que soy, y luchar por mi libertad...

Crónicas de una ansiosa.

¿Has sentido como se te van los pies de la tierra? ¿Haz mirado a los lados y solo vez una oscuridad que aterra hasta al astronauta más entrenado? Bueno, entonces bienvenido a la locura. Hormelia de 23 años de edad, cuenta con más historias que narrar que García Márquez. En su cara se ve la semblanza del cansancio por noches en vela, no por gusto, sino por la falta de apetito onírico. “Siempre he tenido problemas para dormir, como desde la prepa”, jamás creyó que desde ahí se empezaría a fermentar su salud mental, dejando el mejor pulque de la demencia. Se ve que su mente no coordina como las demás, se observa desde su forma de caminar y su cabello más rebelde que un grillero. Su vestimenta extraña, fuera de lo común hace que resalte entre las personas de la ciudad (un tanto conservadora) de Morelia. Pero, ¿cómo una persona llega a ese punto? Es ahí cuando Hormelia empieza a dibujar toda su historia: Todo empezó cuando las cosas en mi vida se complicaron, no siempre fu...

Brenda

Las frustraciones siempre vienen de la mano en un día, pero terminan acondicionadas para ser más duraderas. ¿Te imaginas pasar cada día de tu vida frustrada por sueños inconclusos y que tu única esperanza sea que tienes quizás tiempo de hacerlos? Pero jamás harás nada si sigues igual. Brenda va por la calle sin mirar a nadie, con su cabello largo castaño claro pensando porque no ha logrado suicidarse mientras ve las marcas en su brazo. En su vida no le va mal, simplemente es monótona y no hay nada más cansado que llevar sobre los hombros una rutina diaria y sobre todo una rutina impuesta por sus padres. No los culpa de sus sentimientos, ni de su estilo de vida pero no sabe como huir de ellos. Fin.