Canas

¿Alguna vez han pensado en la muerte?
El cómo cada respiración nos acerca al último aliento, siendo la vida una prosa finita.
Y es así como vagamos como tuertos en tu túnel, creando cuentos que jamás serán leídos, o risas que pronto perderán el aliento.
Tristeza vagante por las calles al saber que la muerte nos asecha, sin embargo nuestro medio nos incita olvidar esta premisa.
Por que nos aterra morir.
Así cómo a mí.
El saber que soy la desgracia de una familia unida, un humano que nunca le mostró resultados equivalentes a una riqueza, sólo produzco prosas cómo una maquina en constante melancolía.
Sin embargo si cabe un poco de esperanza en este cuerpo desalineado y fragmentado es la promesa de un cielo.
Un cielo donde se escuche pianos en el atardecer y brisas cantoras en el oeste. Se huela un aliento a pino y a menta acompañado de colores cítricos y apastelados, donde quiero sentir volar mi cabello encanecido.
Oír por las mañanas campanas acompañadas de la voz de un maestro de danza haciendo arte con sus extremidades mientras que en otro salón, se escucha el maestro de teatro intentando hacer sentir a sus alumnos que son otros, que son el personaje de una obra, el cual esta apunto del suicidio. "Nos convertimos en lo que practicamos ser", diría Marilyn Frie.
Y sentir mis canas volar.
Y recordar las noches de martirizante insomnio, acosado por demonios en mi mente, que me asechaban y me recordaban la fragilidad de mi ser y de mi alma haciéndome sollozar en sueños tenebrosos. Y sentirlos lejanos.
Pensar en el amor que habita en ese lugar.
Y ponerme a descansar.
Sintiendo mis labios palpitar por la ausencia de sus besos. Los cuales jamás volverán a tocar esta boca añejada.
Porque ya no puedo caminar por su vereda seca.
Sólo siento el viento refrescante de la cantera. Y un pajarito cantando en mi oído, haciendo explotar mi paz.
Sentir el oleaje del amor que di y me ofrecieron en la palma de mis pies.
Mi corazón se vuelve mi ser.
Y siento mis canas volar.