2016, el deambulante más demente.
Con un termino surge un inicio.
Cuando 2016 despertó en un enero supo que quería ser diferente, es por ello que lucho a toda costa para ser recordado; sin embargo por su carácter ambivalente decidió serlo de dos formas: amado y odiado.
"¿Cómo lograré ser amado y odiado a la vez?" Se pregunto a si mismo. Así que inició con sus primeros amaneceres llevándose a celebridades importantes, como David Bowie, Alan Rickman, etc., afectando con dolor a masas enteras.
2016 entendió que no podía seguirse llevando famosos, aunque durante su permanencia lo hizo una que otra vez, así que optó por marcar a cada humano de manera individual.
2016 observo a una mujer, con la cabeza muy revuelta que hasta tenía el cabello poco aliñado. Decidió dejar su marca en ella.
Adriana despertó una mañana con un aire diferente, sabía que iba a recordar el 2016 al igual que el 2015, años duros para la pobre muchacha.
El año hizo lo que quiso con ella, desde crisis existenciales hasta amores sin consumarse en algo real.
Inicio con el dolor de un trabajo que no la llenaba, es más, entendió que una área en ella era poco ética, por el mensaje en masas que se enviaba: sé feliz, se un buen integrante en tu familia, sé líder, ama a otros pero pisotea a quien quiera quitarte de tu trono. Ella sabía que si el mundo seguía siendo tan competitivo, sería difícil que los buenos corazones echen raíces.
Siguió con la despedida de buenos amigos, los cuales pasaban por buenos momentos pero sus aires apuntaron a otro lugar.
Pasaron miedos, a la soledad principalmente, a ver que tenía una incapacidad de abrir su corazón después de que años anteriores se encargaran de despedazarlo varias veces cuando ella se había entregado incondicionalmente.
Sin embargo, no lograba tirarla.
Le mando malas rachas, mala suerte, kilos de más acompañada de críticas internas y externas sobre su cuerpo.
No la tira.
Sabía que no podía ser totalmente odiado el 2016, así que le mando cosas buenas:
Surgimiento de bonitas amistades.
Autoconocimiento de sí misma.
Reencuentro con una pasión por la escritura que dejó de lado por temor a ser mala en ello.
Y ahí, 2016 entendió porque no lograba tirarla, y es que Adriana sabía que era lo que la movía (el amor), y a dónde quería llegar (a un punto desconocido con metas construidas).
Al saber que era fuerte y que aún tenía temores decidió darle otros dolores: encontrar la posibilidad de enamorarse con trabas, la muerte de un compañero gatuno, el estigma de ser una empleada inútil para su jefe. Estos dolores eran para prepararle para una más grande: el rechazo de amor para un corazón indispensable para su vida, recordándose que todo es efímero.
Pero el 2016 quería darle una lección: es cierto, todo es efímero, y por ello no debemos temer lograr nuestras metas, y debemos acariciar el cielo con las puntas de las yemas de nuestros dedos a toda costa.
Y si no se logran ¿qué más da? No necesitamos cumplir las expectativas de nadie, por más grande sea el amor que se le tenga a esa persona.
Le recordó que el amor no es siempre correspondido y que no esta mal el vivirlo así, porque al esperar algo se le pone una expectativa y en ese momento al amor se le pone una carga, se encuentra encadenado, limitándolo a su estado natural, que es ser libre.
Amar por el simple hecho de amar es algo, que sin querer el 2016 le dejó a Adriana. Una lección que normalmente se olvida.
Adriana abraza con fuerza al 2016 para despedirlo con un beso en la mejilla, para así poder tenderle la mano al 2017.
2017 también te doy la mano.
ResponderEliminar2016 te mando un beso de lejitos
Así mero <3
EliminarAlguien una vez me dijo que los brazos son una extensión del corazón y que éste, es una del alma. Yo te abrazo desde lejos y te envío parte de mi alma y junto con el, un cacho de mi corazón. Te abrazo.
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