La hija errante.
Sé que nos hemos lastimado muchas veces, y nos hemos distanciado aún más: Nos hemos corrompido y nuestros cachetes no se han juntado en un buen rato. Me duele no ser lo que esperabas y seguir caminos que ni tú, ni yo aún entendemos. Que no he dado los frutos para provocarte alguna alegría, porque aún sigo buscando un camino que no se termina de iluminar. Me has lastimado muchas veces con ausencias, por preferencias que sin querer, tu miedo a la soledad eterna te han hecho voltearme tu soleada cara. Y yo busco alguna forma en que te enorgullezcas de mí sin logro, mientras otras personas simplemente con el afán de reír te han sacado mil y un suspiros, y han elevado tu pecho a las nubes. Hoy con nostalgia sé la vergüenza que quizás te he causado, sin ningún logro y ni un camino que seguir. La soledad me abraza muchas veces y me susurra el escaso amor que hay entre nosotros. Lo único don que Dios me ha regalado, es esta prosa sin forma, la vulnerabilidad a la locura, un afán de querer...